“Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo majados con el pisón, No se apartará de él su necedad.” Proverbios 27:22
Se pueden sacar lecciones de todos los eventos que están en la Biblia porque la naturaleza humana no ha cambiado desde que Caín mató a Abel. Consideren que Jesús alimentó a miles de personas, sanó al cojo y al ciego, y aún levantó a las personas de la muerte. Aún así, hubo aquellos entre el liderazgo religioso y político en Israel quienes lo querían muerto (Jn 8:58-59).
Mientras leía la Narración de la Pasión en el Evangelio de Lucas, noté algunas cosas que aplican hoy en día.
A la turba de gente no le interesa los hechos
Cuando Jesús estaba ante el Sanedrín, el cual estaba conformado por los líderes religiosos y legales de Israel (Luc 22:66), consistía en sacerdotes y escribas, tomó lugar el siguiente intercambio:
Cuando era de día, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y le trajeron al concilio, diciendo: “¿Eres tú el Cristo? Dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeréis; y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis.” (22:66-68).
No importaba lo que decía Jesús, el sistema religioso y legal no iba a escuchar. Tenían su agenda, e iban a apegarse a ella. Tenían mucho que perder si el mensaje de Jesús fuera aceptado por la gente. El argumento era tan sólo secundariamente teológico. Era principalmente sobre dinero y control sobre la gente por medio de la religión y la economía. Esto podría ser algo difícil de comprender para los cristianos, pero es tan cierto como explica Jerry Bowyer, autor del libro que saldrá pronto, The Maker Versus the Takers: What Jusus Really Said About Social Justice and Economics (El que Hace vs Los que Quitan: Lo Que Realmente Dijo Jesús Sobre La Economía y La Justicia Social):
Mientras Él estaba en un área económicamente dinámica de la parte baja de Galilea, el Jesús de los Evangelios nunca confrontó a ningún individuo sobre su riqueza. Pero al viajar al sur de Jerusalén, una y otra vez, lo vemos confrontar a miembros de la clase gobernante judía, específicamente sobre asuntos de explotación económica.
Al final, lo mataron por eso. Las élites que gobernaban se podrían molestar un poco si te entrometías con su teología, pero se convierten en homicidas cuando te entrometes con su dinero. Los Evangelios señalan a dos puntos específicos los cuales activaron el complot para matarlo: la parábola de la viña (la cual señala a su explotación económica la cual pertenecía a Dios) y Su confrontación con los cambistas. (Townhall Finance).
En ambos lados del debate actual sobre lo que inició los asuntos de justicia racial, lo que realmente está en juego es el control de los corredores de poder y que la gente de todas las razas no tengan importancia. Las élites en ambos partidos quieren retener influencia de un sistema político que ha sido reconstituido continuamente para favorecer el poder por encima de los principios y la generosidad económica por encima de la libertad económica. Los hechos no tienen relación con la agenda mayor.
La Turba de Gente no se puede Apaciguar
La Gente de Israel no rechazó a Jesús. Como se ha dicho, los líderes políticos y religiosos temían a las personas, miles de ellos lo aceptaban (Mat 21:1-14, 14-17). Como lo estamos viendo pasar en las ciudades alrededor de los Estados Unidos, ideologías dispares han unido fuerzas para derribar el sistema. Algunas cosas deben ser derribadas, como los que profanaban el templo (21:12-13), pero no todo. (En un sentido, Jesús era el heredero al Templo. Era la casa de su Padre.)
El sistema Judío necesitaba una manera de hacer tambalear el sistema transformacional emergente que los hubiera dejado sin empleo. No lo pudieron hacer por sí mismos porque temían a la gente (Mat 21:46), así que trabajaban tras bastidores para imponer agentes del Imperio Romano para llevar a cabo el asesinato por testimonio falso (Luc 23:2) y amenazas de represalias políticas si el gobernador local Poncio Pilato no cedía a sus demandas:
Desde entonces procuraba Pilato soltarle; pero los judíos daban voces, diciendo: Si a éste sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone. (Jn 19:12).
En el caso de Jesús, la turba de gente se conformaba del establecimiento religioso y político para mantener el estatus quo, aún si eso significaba la muerte de alguien como Jesús y luego Esteban (Hech 7) y Santiago el hermano de Juan, una acción que “complacía a los Judíos” (12:1-3).
Las ramificaciones a largo plazo de éstas acciones y muchas más como estas que leemos en el libro de los Hechos resultan en la destrucción del templo, la muerte de casi un millón de Judíos, la cautividad de decenas de miles de personas, y el fin de una nación Judía a las manos de los Romanos.
Zacarías predijo los resultados finales de su duplicidad:
“Yo la he hecho salir, dice Jehová de los ejércitos, y vendrá a la casa del ladrón, y a la casa del que jura falsamente en mi nombre; y permanecerá en medio de su casa y la consumirá, con sus maderas y sus piedras” (5:4).
Las tablas de madera y piedras del templo fueron derribadas dentro de una generación de las mentiras que se dijeron por líderes religiosos y legales en Jerusalén para eliminar la amenaza de Jesús (Mat 24:1-3, 34).
La Rendición
Ambos, Herodes y Pilato se dieron cuenta de que Jesús no había cometido un solo crimen. Pilato le dijo a los principales sacerdotes, “Ningún delito hallo en este hombre” (Luc 23:4). La turba de gente no se rendían con sus mentiras. Aquí es en donde Pilato hace su primera rendición a la turba. Entrega a Jesús a Herodes (24:7), esperando que no tuviera que tomar la decisión definitiva y correcta.
El cuestionamiento de Herodes y la ridiculización de Jesús no calmó la determinación de la turba de gente para ver a Jesús llegar a su fin. Como Pilato, Herodes le pasa la pelota y la devuelve a Pilato. La turba de gente aún están en control. Es otra rendición. Ellos pueden saborear la victoria.
La Cobardía
No deberíamos ser muy duros con Pedro. Estaba superado en número y no tenía influencia con las autoridades políticas y religiosas cuando negó a Jesús tres veces (Luc 22: 31-34, 61). “Lloró amargamente” por su traición.
Los líderes políticos de hoy en día no tienen excusa por su cobardía. Ellos son las personas en el poder. Ellos se niegan a guiar. La mayoría de ellos se rinden a la turba de gente. Estamos viendo algo entre los líderes religiosos quienes apoyan una organización Marxista como Black Lives Matter (BLM) ya que es lo más fácil que se puede hacer si no quieres ser asaltado por la “justicia” de la turba.
Existen cobardes en el partido Republicano:
Never Trump super PAC ( movimiento en contra de Trump) the Lincoln Project (El proyecto de Lincoln) y otros Republicanos Anti-Trump siguen conspirando en, no solo para derribar al Presidente Donald Trump, también para derribar la meyoría en el Senado Republicano, de acuerdo a un reporte publicado el Sábado.
Republicanos del movimiento Never Trump creen que al evitar un segundo período para Trump no es suficiente, y que los Senadores Republicanos deben pagar el precio por apoyar al 45avo presidente.
Steve Schmidt, quien trabaja por el movimiento Never Trump Lincoln Project, dijo, “La analogía sería de la misma forma en que el fuego purifica el bosque, necesita ser quemado hasta el suelo y repudiado fundamentalmente. Cada uno de ellos deben se sacados del puesto, con la excepción de Mitt Romney.” (Breitbart).
Estos cobardes políticos no tienen sentido de la historia. Aquellos que quemaron la casa del primero serán quemados ellos mismos cuando ya no sean necesarios para la turba. La turba se vuelve en contra de ellos como la turba se volvió en contra de Maximilien Robespierre (1758-1794), “uno de las figuras más conocidas y más influyentes de la Revolución Francesa.”
Como el miembro líder de la Comité de Seguridad Pública de 1793, Robespierre apoyó la ejecución, mayormente por la guillotina, de más de 17,000 enemigos de la Revolución. El día después de su arresto, Robespierre y 21 de sus seguidores fueron ejecutados por guillotina ante una turba que demandaba a gritos en la Plaza de Concordia en Paris. (History.com)
Ten cuidado con lo que pides, porque “es una ley de hierro en la historia que la revolución siempre se come a sus propios hijos – como se ha comprobado a través de los tiempos desde hace siglos.” (Troy Media).