Mientras vivimos casi cada día en lo que el grupo de cantantes The Temptations llamó “una bola de confusión,” la gente escucha el término “indignación moral” el cual es arrojado por ahí descuidadamente, usualmente en el contexto de las “luchas de barro” morales transmitidas tanto en redes sociales como en los medios de comunicación.  La ironía de estas peleas, sin embargo, es que incluso mientras las personas están peleando y debatiendo sobre asunto éticos, la ambigüedad en este punto de la ética sigue ensuciando nuestro paraje cultural como el confeti ensucia el campo de juego después de una victoria en el “Súper Tazón.”

Después de todo, utilizando las palabras de la canción For What It´s Worth de Buffalo Springfield, “nadie está en lo correcto si todos están equivocados.”  ¿Correcto? O ¿no es correcto? O ¿acaso puede alguien decir (o protestar) lo que es correcto y lo que no lo es?

A pesar de estar en este malestar moral, independientemente de las luchas internas morales en este pos-Génesis 3, caído, éticamente descombobulado, y confuso mundo, la buena noticia es que la Escritura revela un lugar en donde el cristiano creyente en la Biblia encuentra una visión clara del pensamiento ético anti cristiano. 

Escondido en Génesis 3:5, existe un verso que revela la fuente sucia de la que fluyen todas las corrientes contaminadas de teorías éticas.  Cuanto mejor se entienda esta dinámica básica de la ética anti cristiana revelada en Génesis 3:5, mayor claridad tendrán los cristianos cuando discutan cualquier asunto ético.

¿Cuál es esa dinámica básica? Este artículo considera el contexto, preguntas básicas, y la dinámica subyacente de la toma de decisiones éticas para que los cristianos estén mejor equipados y así puedan disipar la neblina de los pronunciamientos diarios y éticos modernos que las personas hacen y vean con gran claridad lo que realmente está sucediendo cada vez que alguien, en cualquier lugar, haga algún tipo de declaración ética como, “X (acción/creencia/disposición) es correcta/incorrecta/buena/mala (o cualquier otra designación moral).”

EL CONTEXTO DE LA TOMA DE DECISIONES ÉTICAS

En Génesis 2:16, el Señor Dios ofrece a Adán una misericordiosa y generosa invitación: “Eres libre de comer de cualquier árbol en este jardín.”  Luego, publica una señal de “No Traspasar” al agregar sencillamente, un claro mandamiento y una advertencia:  “mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”

Como el maravilloso, sabio y celestial Padre que Él es, Dios claramente comunica su generosidad, establece el estándar, y hace sonar la sirena de advertencia para Adán sobre las consecuencias de desobedecer su mandamiento.  Este contexto de Dios dando inmerecidos regalos con instrucciones morales sobre cómo disfrutar las bendiciones que Él da, continúa a lo largo de las Escrituras.  Dios pone sus mandamientos en el contexto de su gracia.

En Génesis 3, el “padre de la mentira” combina una mentira absoluta, “no morirás” con una verdad a medias, “porque Dios sabe que el día que de él comieres (el árbol que Dios demandó no comer), vuestros ojos serán abiertos y seréis como Dios” (Gen 3:4-5ª).  La estrategia empleada por el diablo de combinar mentiras con verdades a medias continúa sin disminución desde Génesis 3 hasta nuestros días.

Después de todo, ya que funciona bien, es una apuesta segura que el diablo persista con su estrategia exitosa.  Y, la estrategia que él emplea goza de un estatus amigable con los medios de comunicación.  Tal y como Mark Twain lo observó, “una mentira puede viajar hasta la mitad del mundo mientras la verdad aún se está poniendo los zapatos.”

LAS PREGUNTAS BÁSICAS SOBRE LA ÉTICA

Al encontrarnos con Génesis 3:5, una pregunta fundamental a considerar es esta: ¿Cómo serán el hombre y al mujer (ellos estaban juntos en el jardín: 3:6) como Dios?  Seguramente no en su esencia.  Ninguna parte de lo que Dios ha creado puede o se deslizará hacia arriba como “escala de ser” y se convertirá en divinidad.  Alcanzar divinidad sería imposible, especialmente considerando la distinción Creador-creatura revelada a través de la Biblia, iniciando en Génesis 1:1.

Las personas pueden, sin embargo, como portadoras de la imagen de Dios, ejercer una prerrogativa divina.  El verso 3:5b revela cómo la humanidad puede ser tentada para hacer lo que solo Dios debería hacer: “conocer el bien y el mal.”

Otra pregunta fundamental a considerar es esta: ¿CÓMO es que DIOS CONOCE el bien y el mal? ¿Acaso Él fue alumno en la clase 101 de la Universidad de la Ética? No.  ¿Lo descubrió en un libro? No.  ¿Consultó una encuesta de opinión pública? De nuevo, no.  En el verso 5, cuando se trata de lo que Dios hace, el “conocer” algo significa determinarlo.

En otras palabras, Dios mismo DETERMINA lo que es bueno y lo que es malo, de su amor, por SU gracia y para el bien de los portadores de su imagen.  Esa es la manera en que la Biblia aplica la idea del “conocer a Dios. Conocer significa determinar” (Gen 18:19; Ex 3:19; Jer 1:5).

En la Biblia, otro matiz del “conocer” enlaza la idea de determinar el bien y el mal. En 1 Reyes 3:9, el “conocer” acarrea la idea de funcionar como un juez decidiendo por uno mismo lo que es bueno y lo que es malo.  La idea fundamental es que cuando una persona decide o determina lo que es bueno o malo, esa persona asume la prerrogativa que pertenece a Dios y solo a Dios.

Sin embargo, esta decisión autónoma involucra una dinámica egoísta, tornada a sí mismo de parte de aquellos quienes portan la imagen de Dios –una dinámica de desconfiar en Él y negar que cuando se trata de determinar lo correcto y lo bueno, en última instancia, el Padre sabe mejor.

LA DINÁMICA BÁSICA Y CONSTANTE

La dinámica básica de la toma de decisiones anti cristiana no ha cambiado mucho desde ese oscuro día en Edén.  La melodía de la tentación podría cambiar, el equipo para la producción podría ser de mejor tecnología, pero la canción permanece igual.  Todos los días, las personas son tentadas para ser como Dios, determinando el bien y el mal por ellos mismos en vez de confiar en las directrices éticas que Él ha revelado –Su absolutos, e inmutables estándares- como la autoridad final para lo que es bueno y lo que es malo.

En su condición caída de desconfianza y autodeterminación, las personas pierden muchas oportunidades para vivir la buena y plena vida prescrita y prometida en la Palabra-Ley del Señor (Deut 32:47).  De hecho, personas caídas, pecadoras, viven en un mundo pos-Génesis 3 estableciendo sus propias leyes, normas y parámetros.

Con sus decisiones éticas y pronunciamientos, la humanidad caída demuestra una falta de disposición para ser vinculados a cualquier punto de referencia definitivo que va más allá de ellos mismos.  En la ética moderna, la raza humana se ha convertido en la medida, Dios no lo es.  La autonomía en la toma de decisiones constantemente manifiesta en sí misma expresiones fundamentales de amor egoísta.

EL PECADO ORIGINAL, INTERPRETADO EN UN CICLO CONTINUO

El pecado original de la raza humana, entonces, fue (y sigue siendo) el desconfiar de Dios, el desobedecer el pleno mandamiento de Dios, y el determinar el bien y el mal por ellos mismos.  Todos los días, muchas veces al día, los descendientes de Adán y Eva (todas las personas) toman decisiones éticas autónomas en vez de vivir bajo la autoridad de la Ley que Dios les ha dado.

Incluso en su rebelión en contra de la ley de Dios, sin embargo, las personas no pueden huir del funcionamiento de la Ley escrita en sus corazones (esta ley que siempre está en sus compromisos mentales y emocionales) –estableciendo límites éticos y juzgando a otros basados en esos límites.  Los límites de las personas caídas que viven en un mundo caído, sin embargo, son determinados por ellos mismos en vez de ser divinamente determinados por la Ley- Palabra y prescripciones éticas reveladas por Dios (Rom 2:14-15).

Debido a este acto traicionero original de auto-determinación del bien y el mal, aunque las personas aún portan la imagen de Dios (Sant 3:9), toda la naturaleza de la humanidad caída se ve éticamente distorsionada y alejada de Dios.  La humanidad está, por naturaleza y por las decisiones tomadas cada día, separada éticamente de Dios debido a al recurrente pecado de la auto-determinación (Is 59:2).

Por lo tanto (siendo consistentes con su naturaleza caída) se encuentran a sí mismos llamando “malo” a lo “bueno,” y “bueno” a lo “malo” (Is 5:20).  Además, las palabras “correcto,” “incorrecto,” “bueno,” “malo,” “moral,” “inmoral” se han convertido en recipientes éticos vacíos que las personas caídas que viven en un mundo caído llenan con cualquier significado que deseen.

Habiendo rechazado el Estándar Absoluto dado por Dios, egoístas, personas caídas abrazan su propio estándar y viven una vida de relativismo ético, en oposición a Dios.

LA PREGUNTA DE FONDO SOBRE LA ÉTICA

A la luz del pecado de la auto-determinación, cuando lidiamos con un no creyente, o cuando discutimos ética con un creyente profeso y éticamente inconsistente, se necesita hacer una pregunta: “¿Bajo qué parámetro haces una evaluación ética (juicio, pronunciamiento)?”  En otras palabras, “¿QUIÉN dice que la acción “X” es buena o mala?”  Cuando la segunda pregunta es respondida, la respuesta revela el resultado final de la toma de decisiones éticas.

En última instancia, son las personas finitas, caídas o falibles, quienes determinan qué comportamientos son buenos o malos, o es el infinito, infalible y totalmente bueno Dios quien toma esa determinación.

Los cristianos que están siendo renovados en la imagen de Dios (Ef 4:23b-24; Col 3:9-10) están llamados por su creador, redentor, y dador de la ley a alinear su toma de decisiones éticas con Su determinación del bien y el mal en vez de jugar a ser Dios y determinar por sí mismos lo que es bueno o malo para ellos (Salmo 1).  Después de todo, en última instancia, la determinación del bien y el mal es una decisión que ¡solo Dios está calificado para hacer! Aquellos que desean seguir sus propias determinaciones éticas y se rebelan en contra del Señor Dios harían bien en arrepentirse (cambiar) y seguir Sus determinaciones.  De otra manera, las “peleas morales de barro” van a permanecer a la orden del día, las personas continuarán funcionando como su propio insignificante dios, y su razonamiento ético ¡solo vendrá a ser más sucio!