“Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; Él mismo nos salvará.” Is 33:22.
Empecé a ver las escenas iniciales de The Matrix para llegar a la escena de la píldora azul/roja. La verdad es dura de aceptar cuando has creído en algo por bastante tiempo y uno se da cuenta de que no es real.
¿Cuántos de nosotros hubiésemos tomado la píldora roja cuando el mundo que nos rodea parece ser bastante normal y no tal malo? Parece ser una decisión fácil de tomar en una película sabiendo que Neo (nuevo) de seguro estaba tomando la decisión correcta con la píldora roja. Tomar la píldora roja revela una verdad desagradable mientras que tomar la “píldora azul” te adormece lo suficiente para mantenerte en un estado de feliz ignorancia. La sedación e ignorancia funcionan por un tiempo hasta que los bárbaros están a la puerta.
Concluyendo que, en perspectiva, un cambio radical no es una decisión fácil para tomar ya que, como Neo, no sabemos lo que pueda conllevar esa decisión. Ideas y decisiones (incluyendo la falta de éstas) conllevan consecuencias.
Hoy en día, el país de los Estados Unidos se encuentra en plena toma de decisiones. Es cierto que nuestra moneda tiene estampada la frase “En Dios Confiamos”. Pero es, probablemente, y de igual manera cierto, que nuestra nación pone más confianza en el dinero donde aparece este reconocimiento que en el Dios que suple toda riqueza. ¿Habremos llegado al punto en donde creemos ahora que “Mi poder y la fuerza de mis manos ha logrado esta riqueza” (Deut 8:17)? La evaluación de Dios sobre tal presunción no es fácil para una nación que no ser arrepiente:
“Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis. Como las naciones que Jehová destruirá delante de vosotros, así pereceréis, por cuanto no habréis atendido a la voz de Jehová vuestro Dios.” (Deut 8:18-20)
Herodes se miraba a sí mismo como un dios. Pero lo que era más aterrador, era que el pueblo lo aceptaba como un dios (Hech 12:20-24). No es menos verdadero que hoy en día, las personas rechazan al Dios de la Biblia y su fiel provisión de vida, libertad, y propiedad para luego volverse hacia el Estado por sustento y seguridad. Cuando se nos dice que debemos orar, “Padre nuestro que estas en los cielos… El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” Mat 6:9,11), también nosotros a menudo nos volvemos hacia el Estado para nuestro pan diario.
Donde la Biblia nos dice que Dios es nuestro Padre, más a menudo las personas convierten al Estado en su padre, porque el Estado supuestamente nos puede proveer toda la ayuda financiera que necesitamos. Desde luego, para lograr este milagro, el Estado debe confiscar capital de los miembros más productivos de la sociedad o crear dinero del aire. Ambas acciones son inmorales, tiránicas, y auto-destructivas.
Eventualmente las personas productivas pierden el incentivo para trabajar cuando saben que cualquier riqueza que acumulen les será quitada. Saturar la economía con dinero que no tiene respaldo tan sólo hace perder su valor para todos.
Es por esto que el primer mandamiento debe ser nuestro punto de partida para el correcto ordenamiento de, nuestras familias, nuestras iglesias, y nuestra nación. Nunca debemos poner cualquiera de las leyes del hombre antes del primer mandamiento: “Yo soy Jehová vuestro Dios… no tendrás dioses ajenos delante de Mí” (Ex 20:2-3). Adherirnos al primer mandamiento nos protege de aquellos que pretenden reescribirlo para leerlo “El Estado es tu Dios. No tendrás a otros dioses delante de mi.”
La estructura del pacto bíblico es como dice a continuación: 1) La soberanía absoluta de un Dios trascendental quien está presente en todo tiempo (inmanente) con su pueblo. 2) Establece una jerarquía de representantes terrenales, 3) establece la ley para toda forma de vida, 4) juzga nuestras acciones ya sea con bendiciones o maldiciones, y 5) Preserva su Reino contra toda oposición. Cuando un gobernador decreta ya sea por palabras o hechos que es independiente del gobierno de Dios, o que la justicia se define de acuerdo a leyes hechas por sí mismo, o que el hombre mira al Estado para obtener salvación, entonces Dios responde con juicio.
Una nación podría no percibir el juicio de Dios de la misma manera que lo hizo Herodes, pero el tiempo trae todas las cosas a la luz. Escoger al hombre como gobernador soberano, independiente de Dios, guiará a una nación hacia la esclavitud y eventualmente a la destrucción.
Podrías estar diciendo que los Cristianos creen en todo esto. Ellos creen conceptualmente pero no lo aplican. Muchos (¿la mayoría?) Cristianos creen que vivimos en un mundo de dos reinos, bastante parecido a The Matrix. El mundo pagano camina en término de lo natural, leyes con bases neutrales, mientras que la iglesia opera con normas morales que sólo aplican a la iglesia. Los Cristianos son intrusos esperando su boleto al paraíso, cuando se presentan tiempos difíciles, por medio de un rapto u otro evento de tiempos finales.
Demasiadas personas creen que los Cristianos viven en un ámbito de nivel etéreo superior mientras que el mundo no-Cristiano vive un ámbito de nivel inferior. Cada ámbito se cree que opera en término de dos estándares distintos.
La idea de una civilización Cristiana es imposible y hasta herética a considerar. Esta es una nueva forma de pensar que ha tenido resultados desastrosos.
John Murray (1898-1975), Profesor de Teología Sistemática del Seminario Teológico de Westminster, de 1936 a 1966, escribió lo que a continuación se presenta, en 1943 durante una Guerra Mundial:
“Por el término, “El Orden Mundial Cristiano,” tomo que lo que significa es un orden mundial que en todos sus aspectos y esferas es Cristiano, un orden tan conformado a los principios del Cristianismo y tan impregnado por las fuerzas que son operativas en el Cristianismo que el todo de la vida será traído a una cautividad dispuesta a la obediencia de Cristo.
¿Nos justificamos en entretener la concepción de un orden Cristiano mundial? O, por lo menos, ¿nos justificamos para entretener tal orden como un ideal hacia el cual deberíamos trabajar y alcanzar? ¿Tendremos la certeza de que tal orden mundial es alcanzable? Y, si no tenemos certeza alguna de que esto es alcanzable, ¿acaso no nos estaríamos burlando de nosotros mismos, y de otros, al enmarcar la concepción y, particularmente, al estar trabajando para lograrla? En vez de esto ¿no deberíamos descender de las nubes y tratar con asuntos más prácticos y sensibles?”
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Un orden mundial Cristiano, si la palabra “Cristiano” se aplica de manera consistente, significa un orden en la cual el principio de redención y restauración se trae a su expresión y realización completa y omnipresente.”[1]
El mundo entero no tiene que ser Cristiano para que exista un orden mundial Cristiano de la misma manera en que, el mundo entero no tiene que ser pagano para que exista un orden mundial pagano. Hoy en día, millones de Cristianos viven en un mundo pagano y parecen conformarse para dejarlo así como está.
Ya es hora de tomar la píldora roja.
[1] John Murray, “Christian World Order,” The Presbyterian Guardian (October 10, 1943). It’s also found in volume 1 of Collected Writings of John Murray: The Claims of Truth (Carlisle, PA: The Banner of Truth Trust, 1976), 356-366).