Mientras que el escritor de la carta a los Hebreos dice que deberíamos “tener entrenados los sentidos” (5:14), los Bereanos buscaron en las Escrituras diariamente para asegurarse de que Pablo estaba diciendo la verdad (Hech 17:11), y Juan dice “sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Jn 4:1), parece que hoy los cristianos están siendo fácilmente llevados por cualquier viento de doctrina (Ef 4:14), especialmente cuando se trata de profecía Bíblica.
Parece que nadie es inmune. Consideremos a John Piper quien en su libro Coronavirus y Cristo (Coronavirus and Christ) incluye este capítulo: “Despertándonos para la Segunda Venida” (Awakening Us for the Second Coming). El capítulo inicia con esta declaración que es cierta: “la historia de la iglesia cristiana está plagada con falsas predicciones sobre el fin del mundo.” Luego él escribe lo siguiente, reclamando que el Coronavirus es una señal de que el retorno de Jesús podría estar cerca:
“Jesús dijo que habrían indicadores de su venida –como guerras, hambrunas, y terremotos (Mat. 24:7). Él llamó a estas señales “dolores de parto” (Mat 24:8). La imagen de la tierra como una mujer en labor de parto, tratando de dar a luz a un mundo nuevo, el cual Jesús traería a la existencia en su venida.”
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“Pablo toma estas imágenes en Rom 8:22 y hace referencia a los dolores de parto cuando habla sobre todos los gemidos de esta época –todas las miserias de los desastres y enfermedades (como el Coronavirus). Él nos caracterizó en nuestras enfermedades como parte de los dolores de parto del mundo.”
Piper no está solo en esto. Una mayoría de cristianos y pastores creen que estamos viviendo en los últimos días. Consideren los siguientes resultados de una encuesta reciente:
LifeWay encontró que cerca de nueve de cada 10 pastores ven las profecías bíblicas de los últimos tiempos como siendo apuntaladas en los eventos presentes.
“Esto incluye alrededor de un 83% de encuestados creyendo que Jesús se refería a los eventos presentes cuando discutía el levantamiento de falsos profetas y falsas enseñanzas, la poca aceptación de valores morales (79%), conflictos armados entre naciones (78%), terremotos y desastres naturales (76%), y personas abandonando el cristianismo (75%).
La encuesta también encontró que 56% de los pastores encuestados creyeron que Jesús regresaría en el tiempo en el que vivían, versus 20% quienes no creían que ocurriría en el tiempo en el que vivían.”
Hacer referencia a Mat 24:7-8 y afirmar que Jesús se estaba refiriendo a una serie de eventos en un futuro distante no es una posibilidad interpretativa porque Jesús estaba respondiendo a preguntas hechas por sus discípulos sobre la destrucción del templo y el fin de la era (Mat 24:1-3), eso es, el fin de la era de Adán y de Moisés (αἰώνων_/aiōnōn) (1 Cor 10:11), no al fin del mundo (kosmos)._
Hubo guerras y rumores de guerras previo a la destrucción del templo en el 70 DC como también terremotos, hambrunas (Hech 11:27-28), e incluso plagas (Luc 21:11). El factor decisivo es que Jesús dijo que esa generación que estaba viva en ese entonces no pasaría hasta que todos esos eventos mencionados en el Discurso del Monte de los Olivos tomaran lugar (Mat 24:34). Los dolores de parto estaban relacionados con esa generación no con 50 generaciones después.
El análisis del tiempo es la clave para entender el pasaje, de otra manera un estado perpetuo de temor, decepción, e inacción entrarían en juego. ¿Por qué preocuparse por este mundo si Jesús está pronto a rescatarnos de todos estos problemas? Todo lo que debemos hacer es aguantar un poco más mientras todas las cosas malas pasen, y así no tendremos que arreglar lo que está mal. Nuestra inacción se convierte en una profecía auto-cumplida.
Jesús estaba advirtiendo a sus primeros lectores que estas señales comunes no eran signos del fin del mundo porque estas son comunes para toda generación. Consideremos lo siguiente desde el punto de vista del escritor de ciencia y ciencia ficción Michael Crichton de Jurassic Park:
“¿Es este verdaderamente el fin del mundo? ¿Terremotos, huracanes, diluvios?
No, simplemente vivimos en un planeta activo. Los terremotos son continuos, un millón y medio de estos cada año, o tres cada minuto. Un terremoto de 5 en la escala de Richter cada seis horas, un movimiento mayor cada 3 semanas, Un movimiento tan destructivo como el de Pakistán cada 8 meses. No es algo nuevo, está justo en el calendario.
En cualquier momento se dan 1,500 tormentas eléctricas en el planeta. Un tornado toca la tierra cada seis horas. Tenemos noventa y nueve huracanes al año, o uno cada cuatro días. De nuevo, exactamente en el calendario. Violento, disruptivo, la actividad caótica es una constante característica de nuestro planeta.
¿Es este el fin del mundo? No: este es el mundo. Ya es tiempo de que lo sepamos.”[1]
“Paremos de Asustarnos a nosotros mismos”
por Michael Crichton
Revista “Parade,” Diciembre 5, 2004.
Las perspectivas de John Piper sobre el fin de los tiempos son parte de una línea larga de pronósticos proféticos que han sido incorrectos.
El escrito de Charles Wesley Ewing, en 1983, pinta un panorama histórico claro del como la interpretación profética basada en eventos del momento se tornó en confusión, incertidumbre, y en algunas personas en incredulidad cuando se trataba de predecir un final que provocaba decepción:
“En 1934, Benito Mussolini envió a sus “Brigadas Negras” Fascistas en contra de la indefensa Etiopía y los predicadores en todo el país se levantaron en sus púlpitos y predicaron sermones cautivadores que hacían que los ojos de sus congregaciones saltaran de asombro sobre ‘Mussolini, el Anticristo,’ y para probar su punto citaban Daniel 11:43, el cual dice ‘…y los de Libia y Etiopía le seguirán.’ Después, Benito, gimiendo, fue (herido con un disparo y luego) ahorcado por sus propios compatriotas, y los predicadores en toda América tenían que tirar sus sermones en la canasta de chatarra de lo no escrito.”[2]
Ewing menciona como los soldados de asalto de Hitler tomaron Checoslovaquia, Polonia, Francia, el Norte de África, y establecieron campos de concentración en donde millones de Judíos fueron asesinados, lo cual se convirtió en lo que contemporáneamente se define como el “holocausto.” Una vez más, los predicadores subieron a sus púlpitos y enlazaron estos eventos con la profecía bíblica y le aseguraron a la audiencia de las iglesias que Hitler era el anticristo y que el rapto estaba a la curva siguiente. Cuando lo aliados derrotaron a los Nazis y los echaron fuera, los sermones una vez más fueron tirados o archivados para ser revisados en alguna fecha en el futuro esperando que la memoria de la gente se desvaneciera.
El siguiente candidato a ser el anticristo de los últimos tiempos fue Joseph Stallin, el líder del Comunismo ateo, un movimiento infernal dedicado a conquistar el mundo. “Pero el 5 de Marzo de 1953, Stallin tuvo una hemorragia cerebral y los predicares en toda América tuvieron que hacer de nuevo un viaje al cesto del desperdicio.”[3]
El coronavirus es real y mortal para muchas personas así como otros virus a través de la historia. Pero no es la plaga (que mata decenas de millones) o la Gripe Española o incluso la Gripe de Hong Kong que asesinó a más de un millón de personas en 1968 y 1969 o cualquier otro desastre natural cósmico como “la Luna Ensangrentada.”
El coronavirus es una entre numerosas enfermedades que nos afectan. Yo estoy de acuerdo con John Piper en que el coronavirus es un llamado a que las personas que no conocen a Jesucristo como su Señor y Salvador despierten ya que el siguiente evento escatológico en nuestras vidas será nuestra muerte, si no es por un virus, será por otra cosa.
No vamos a salir de este mundo vivos, “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Heb 9:27).
[1] Michael Crichton, “Earthquakes: Fear and Complexity” (San Francisco, CA: The Independent Institute, November 15, 2005.
[2] Charles Wesley Ewing, “The Comedy of Errors,” The Kingdom Digest (July 1983), 45.
[3] Ewing, “The Comedy of Errors,” 45–46.