En el primer capítulo del libro “The Screwtape Letters” de C.S. Lewis, Screwtapes le explica a Wormwood que hubo un tiempo cuando “la discusión era la única manera de” mantener a un paciente cristiano “fuera de las garras del enemigo.”
Los tiempos y los métodos han cambiado:
“Esto podría haber sido así si viviésemos en siglos anteriores. En los tiempos en los que los humanos sabían muy bien cuando una cosa podía ser probada y otra no; y si era probada o evidenciada entonces la creían. Todavía conectaban el pensamiento con el hacer y estaban preparados para alterar su estilo de vida como resultado de una cadena de razonamiento. Pero con lo que la prensa semanal y otras armas similares, hemos alterado eso en gran manera. Tu hombre ha sido acostumbrado, desde que él era un niño, a tener una docena de filosofías incompatibles bailando juntas dentro de su cabeza. Él no piensa en doctrinas como primariamente “verdaderas” o “falsas,” como “académico” o “práctico,” “gastado” o “contemporáneo,” “convencional” o “implacable.” Jerga, no argumento, es el mejor aliado para mantenerlo fuera de la iglesia.”
Esto aquí arriba fue escrito en la década de 1940. Era cierto en ese entonces, y fue metastatizado en 2020 en una enfermedad casi fatal. Las emociones y los sentimientos gobiernan el día. La habilidad para seguir un argumento debe ser suprimida para mantener a la gente enamorada de los expertos quienes piensan por ellos. Mantén a las personas enfocadas en la “paz personal y abundancia”.
“La jerga, no el argumento, es tu mejor aliado para mantenerlo fuera de la iglesia…Por medio de cada acto de argumentación, tu despiertas la razón del paciente; y una vez está despierta, ¿quién podrían prever el resultado? Incluso si un particular tren de pensamiento puede ser distorsionado a favor nuestro, descubrirás que ha fortalecido en su paciente el hábito fatal de atender problemas universales y retirar su atención de la corriente de experiencias sensoriales inmediatas. Tu negocio está en el fijar su atención en la corriente. Enséñale a llamarle “la vida real” y no le permitas preguntar a qué se refiere con “real”.”
Mientras hacía un poco de investigación, me crucé con un artículo de Michael Crichton. Crichton fue un prolífico autor: Terminal man, The Andromeda Strain, Coma, Jurassic Park, Jurassic Park, y más de dos docenas de novelas adicionales y obras no ficticias bajo su nombre y seudónimos.
El artículo de 2005, “Temor y Complejidad,” está basado en cómo él llegó a escribir el libro “El Estado del Miedo”. Me recordó del consejo que Screwtape le dio a Wormwood y también me recordó del evento global de CNN “Hechos y Miedos del Coronavirus.” La verdad es que todo es acerca del miedo y del control.
En 1998, Crichton inició a investigar para una novela sobre un desastre global. En el curso de su preparación, él “casualmente revisó lo que había sucedido en Chernobyl” en 1986, “ya que ese fue el desastre más grande provocado por el hombre en tiempos recientes” según él pensaba.
“Lo que descubrí me asombró. Chernobyl fue un trágico evento, pero nada remotamente cerca a la catástrofe global a la que yo estaba imaginando. Unas 50 personas murieron en Chernobyl, a penas un pequeño número de personas en América mueren a diario en accidentes de tránsito. No quiero sonar agotador, pero fue un revés para mi. No puedes escribir una novela sobre desastres globales en la cual solo 50 personas murieron.
Impávido, inicié a investigar otro tipo de desastres que pudieran llenar mis requerimientos novelísticos. Fue ahí cuando empecé a darme cuenta cuan grande realmente es nuestro planeta, y cuan resistente parece ser su sistema. Incluso cuando Yo quería crear una catástrofe ficticia de proporciones globales, encontré difícil aparecer con un ejemplo creíble. Al final, puse a un lado el libro, y en su lugar escribí el libro “Presa” (Prey).
Pero la conmoción que experimenté hizo eco en mi por un tiempo. Porque lo que había llegado a creer sobre Chernobyl no estaba meramente mal sino que estaba asombrosamente incorrecto. Revisemos eso.
Pero lo más problemático de todo (acerca de predicciones concernientes al desastre nuclear de Chernobyl), según el reporte de la ONU, fue “el más grande problema de salud pública creado por el accidente” es el “impacto psicológico dañino (debido a) una carencia de información acertada…(manifestándose) como auto-diagnóstico negativo, la creencia de una corta esperanza de vida, una falta de iniciativa, y la dependencia de la asistencia del estado.
En otras palabras, el daño más grande a las personas de Cherobyl fue causado por la mala información. Estas personas no fueron arruinadas por la radiación tanto como por la aterradora y falsa información. Hemos de ponderar, por un minuto, lo que esto implica exactamente. Demandamos controles estrictos por la radiación porque es un peligro para la salud. Pero Chernobyl claramente sugiere que la falsa información puede ser tan mala para la salud como la radiación. No estoy diciendo que la radiación no es una amenaza. Estoy diciendo que Chernobyl no fue un evento genuinamente serio.
Pero millones de personas de Ukrania quienes no murieron, sí quedaron incapacitados por el temor. Se les instruyó para tener miedo. Se les dijo que iban a morir y no fue así. Se les dijo que sus hijos iban a nacer con malformaciones cuando no fue así. Se les dijo que no iban a poder tener hijos y sucedió lo contrario. De manera autoritativa se les prometió un futuro con cáncer, deformidades, dolor y decadencia. No es de sorprenderse de ver cómo respondieron a esto.
De hecho, necesitamos reconocer que este tipo de respuesta humana está bien documentada. Decirle a las personas autoritativamente que van a morir puede ser fatal.”
Una población temerosa es una población fácil de manipular. Existen suficientes personas quienes van a aceptar cualquier remedio propuesto para sentirse seguros.