La mayoría de las personas que han visto la cinta Los Diez Mandamientos en la televisión nunca han visto la introducción de apertura de Cecil B. DeMill.  DeMille tenían en mente algo más que solo hacer una película sobre una figura religiosa de la Biblia.  Él consideró que su producción era tan importante que salió al escenario a dar un pequeño pero poderoso discurso sobre la naturaleza de la libertad bajo la ley de Dios. DeMille dijo:

“El tema de esta película es, si los hombres serán gobernados por la ley de Dios o si serán gobernados por los caprichos de un dictador como Rameses.  ¿Son los hombres propiedad del Estado o son almas libres bajo la voluntad de Dios? Esta misma batalla continúa a través del mundo hoy.”

Se elaboró un libro pequeño de recuerdo sobre la película y se puso a disposición incluyendo un prefacio con el título “La Ley por la que el Hombre Vive”:

“LOS DIEZ MANDAMIENTOS no son leyes. Ellos son LA LEY. El hombre ha hecho 32,000,000 de leyes desde que estos fueron dados a Moisés en el Monte Sinaí hace más de tres mil años, pero este nunca ha logrado mejorar la ley de Dios.”[1]

La ley es un concepto inescapable.

Hay tantas leyes hoy –nuevas y antiguas- que cada uno de nosotros probablemente quebrantamos algunas todos los días.  “Nadie sabe cuántas leyes existen en USA.  Aparentemente, nadie puede contar tanto…Cuando las leyes federales fueron codificadas por primera vez en 1928, ellas cupieron en un solo volumen. Para 1980, existían más de 50 volúmenes de más de 23,000 páginas…El Código de Rentas Internas solamente…contiene más de 3.4 millones de palabras y, si fuesen impresas 60 líneas por página, sería más de 7,500 páginas de largo.  Existen cerca de 20,000 leyes gobernando solo el tema de la portación de armas.” (Kowal.com)

Sala de lectura de la Biblioteca de Leyes del Congreso de USA en general.

Los Diez Mandamientos, una declaración resumida de un cuerpo más amplio de leyes reveladas, han sido un estándar de resumen fijo en América desde antes de su fundación oficial.  El anfitrión nocturno Ted Koppel declaró lo siguiente en un discurso de graduación en 1987 en la Universidad Duke:

“Lo que Moisés trajo de la cima del Monte Sinaí no fueron 10 sugerencias. Estos son mandamientos. Son, no fueron. El puro brillo de los Diez Mandamientos es que ellos codifican en un puñado de palabras el comportamiento humano aceptable, no solo para ese entonces o para hoy, sino para todo el tiempo.  El lenguaje evoluciona. El poder cambia de una nación a otra. Los mensajes son transmitidos a la velocidad de la luz. El hombre borra frontera tras frontera. Y así nosotros y nuestro comportamiento y los mandamientos gobernando ese comportamiento permanece igual.”[2]

Si tan solo pudiésemos convertirnos en una nación que creyera todo esto.

Lo siguiente es un breve resumen de los Diez Mandamientos relacionados con su naturaleza limitadora en cuanto al magistrado civil.

Los Primeros Mandamientos declaran que existe un solo Dios, y solo él puede salvarnos.  El estado cree que es dios y solo este puede salvarnos.  Empoderar al estado siempre ha sido la meta de los tiranos.

El Segunda Mandamiento prohíbe la idolatría.  El estado se ha convertido en un ídolo y es adorado como dios cuando la Biblia declara que el magistrado civil es designado para ser un “ministro,” un sirviente, de Dios para nuestro bien (Rom 13:4).  El estado continúa creciendo con la promesa de una salvación política definiendo por su propia cuenta lo que significa “el bien”.

El Tercer Mandamiento prohíbe tomar el nombre de Dios en vano.  Los políticos apelan a Dios todo el tiempo mientras violan Su mandamiento en el mismo respiro.  El Presidente Obama hizo referencia a Dios –incluso cantando “Sublime Gracia” – en su obituario del Rev. Pinckney y poco después celebró el veredicto de la Corte Suprema convirtiendo el matrimonio del mismo sexo en ley sobre la tierra de USA. Eso es tomar el nombre de Dios en vano.

El Cuarto Mandamiento establece un día a la semana para el reposo.  Lo interesante sobre este mandamiento es que está escrito en nuestra Constitución (USA) en el Artículo 1, Sección 7, Clausula 2.

“Si alguna ley no ha sido retornada por el Presidente en diez días (se exceptúa el Domingo) después de haber sido presentada a él, la misma deberá ser una ley de la manera como que hubiese sido firmada, a menos que el Congreso por su aplazamiento prevenga su retorno, en ese caso no será una ley.”

El estado no es dueño de nuestro tiempo.  Los Franceses cambiaron el calendario de la semana de siete días de la creación a una semana de diez días.

El Quinto Mandamiento define la familia.  Tal como hemos visto ya, las cortes han redefinido a la familia, y al redefinir la familia ellas pueden ahora reescribir la ley en términos de una nueva definición.  En adición, el estado se ha convertido en nuestros nuevos padres. “Honra al estado como tu padre real y a tu madre, para que tus días se alarguen sobre la tierra en la cual es estado te permite vivir.”  Herbert Schlossberg desarrolla este punto en su libro Ídolos para Destrucción (Idols for Destruction):

“El estado paternal no solo alimenta a sus hijos, también los nutre, los educa, los conforta, los disciplina, proveyendo todo lo que necesitan para su seguridad.  Esto parece ser un leve insulto en la manera de tratar a los adultos, pero realmente es un gran crimen que transforma al estado de ser un regalo de Dios, que nos ha sido dado para protegernos de la violencia, para convertirlo en un ídolo.  Nos suple con todas las bendiciones, y lo buscamos para cubrir todas nuestras necesidades.  Una vez nos hemos hundido a ese nivel, tal y como lo decía CS Lewis, no tiene sentido pedirle a los oficiales del gobierno para que se ocupen en sus propios asuntos. ‘Toda nuestra vida ahora son sus asuntos’ (God in the Dock, p. 134).  El paternalismo del estado es aquel del mal padre que quiere que sus hijos dependan de él para siempre.  Ese es un impulso maligno. El buen padre prepara a sus hijos para la independencia, los entrena para tomar decisiones responsables, sabe que les hace daño al no permitirles que se suelten de él.  El estado paternalista prospera en la dependencia. Cuando los dependientes se liberan de él, pierde su poder. Es, por lo tanto, parasitario de las mismas personas a las que convierte en parásitos. Entonces, el estado y sus dependientes marchan simbióticamente hacia la destrucción.”

El Sexto Mandamiento fue sacado de nuestra legislación hace varias décadas por la sanción de la guerra perpetua y la legalización del aborto.

El Séptimo Mandamiento en su prohibición del adulterio es una declaración de resumen sobre las relaciones matrimoniales.  La ley prohibiendo el adulterio descansa sobre el mandamiento creacional del matrimonio siendo entre un hombre y una mujer (Gen 1:27-28; 2:20-25).  El complemento del hombre y la mujer es lo que es “adecuado” (biológica y espiritualmente), no un hombre y un hombre o una mujer y una mujer.  Jesús confirmó el mandamiento creacional del matrimonio (Mat 19:1-6).

El Octavo Mandamiento prohíbe robar.  El indignante sistema de impuestos en nuestra nación está basado en el robo cuando a la gente se le otorga el derecho a votar para tomar dinero de algunas personas para poder dárselo a otras.

El Noveno Mandamiento prohíbe dar falso testimonio. Los políticos dan falso testimonio con casi cada palabra que dicen.

El Décimo Mandamiento condena al estado moderno porque codicia todo: la vida, la libertad, el poder, la propiedad, la autoridad, el dinero, el prestigio, el privilegio, y nuestras almas.


[1] The Ten Commandments Souvenir Book, Paramount Pictures Corporation (1956, 1957), was published by The Greenstone Company, New York, N.Y.

[2] Ted Koppel, The Last Word, Commencement Address at Duke University, Durham, North Carolina (May 10, 1987). Quoted in Robert H. Bork, The Tempting of America: The Political Seduction of the Law (New York: The Free Press, 1989), 164.